jueves, 29 de mayo de 2008

We Get On

Y es la segunda vez que en este blog un post se titula de esa forma. No hay nada que hacer, soy la vieja más estúpida y ridícula que hay sobre el planeta tierra. Estar pensando, a estas alturas del partido, que él todavía quiere algo conmigo, así sea casual sex o un fuck day a la semana o al mes, es la imbecilidad más grande que se me puede cruzar por la cabeza. No hay nada que hacer, soy una boba.
Pensar, además, que en un mes voy a estar riéndome a carcajadas de las ridiculeces que escribí sobre él me hace sentir como una idiota de tiempo completo. Leer lo que escribí sobre él y sobre los anteriores me hace pensar que en realidad ninguno, nadie, ni uno solo se merece tanta atención ni tantas flores ni tanto tiempo y espacio de mi parte para ellos. No veo la necesidad de estar enredándome la cabeza 24/7 porque sí, porque no, porque me habla, porque no me habla, porque el otro imbécil me llama o no me llama o porque el tercero me entrega o no mis cosas.
La verdad es que yo sé, yo repito, yo digo e insisto que yo-no-me-pierdo-de-nada (bueno, sí, de algunas cosas, pero nada del otro mundo), pero incluso teniendo en mi cabeza esa idea tan clara y tan presente, me jodo, me enredo, me meto en problemas yo sola y me entra la locura y la pensadera y llego a casa a media noche con algunos vinos en la cabeza y con ganas de meter el celular en la lavadora y hacerme un lavado cerebral estilo Eternal Sunshine para olvidar sus números y olvidar que en cualquier momento puedo llamarlos así no tenga sus números guardados porque, oh, qué hacemos, ¡me sé sus teléfonos!
Es una pesadilla. Todo es una pesadilla. Tener que soportarme a mí es una pesadilla. Tener que vivir con un cerebro que no descansa de ideas locas, hipotéticos fantásticos, historias tenebrosas y tramas complejas sacadas del más enredado Ulises de Joyce es lo que más me agota de ser yo. Es lo que me cansa de mí. Es lo que me aburre de levantarme todos los días, abrir los ojos y darme cuenta de que antes de hacerlo ya estoy pensando en un millón de ideas ridículas sobre el día que está por venir, lo que debería decir, lo que nunca debí haber dicho, lo que tengo que hacer y lo que no hice ni nunca voy a hacer, porque, es sencillo, vivo tan agotada de pensar en mí y en lo que me pasa, que el día se me pasa inventándome historias y armándome películas llenas de personajes que por ningún motivo deberían estar ahí, y nunca hago nada de lo que en realidad tengo que hacer: poner las manijas del mueble del televisor, mandar a enmarcar los afiches de cat power y ladytron, pintar la pared que está enseguida del clóset, comprar un tapete rosado, ajustar la cama, despegar las puntillas en la pared, llevar al gato al veterinario, mandar a arreglar los jeans que desde hace un año me quedan granddes grandes grandes, terminar el texto sobre Sex and the City, buscar temas para la próxima edición, llamar a mis amigos a saludarlos, escribirle un mail al Señor del Sur preguntándole por su vida y por mi vida y, en fin, cualquier otra cosa menos andar enredándome la maldita cabeza con una sarta de manes tan estúpidos que ni para qué digo más.

Aquí bajito y sin que nadie se dé cuenta, todavía pienso that we might get on, that we should get on…

miércoles, 28 de mayo de 2008

Plus

Si Christina pudo escribir 'Alguien que cuide de mí' y después de eso encontrar a Ray Loriga y casarse con él y ser una pareja feliz y hermosa y tener hijos, yo nunca voy a perder las esperanzas.
Obvio, Christina es Christina y es una hembra mona flaca pilísima y además toca la guitarra y canta bonito, pero no me importa.