jueves, 24 de julio de 2008

¡No hay caso, no aprendo!

Ayer:
Cada miércoles es la misma historia desde hace tres semanas. Trasnochada, medio enguayabada y mal dormida por mi culpa o por la de alguien más. Ya ni sé, ya no me importa. Hoy no estoy dándome latigazos en la espalda, a pesar de que ayer acepté, hablando con ella, que me estaba culpando por algo por lo que no debía culparme: aquel extraño 'objeto del deseo" del que no quiero decir ni una palabra más. En fin. La he pasado bien, tengo algunas quejas normales y hago comparaciones injustas y poco beneficiosas para mi cabeza y para esta nueva 'etapa' de 'las cosas'.
Hoy:
Él me invita a un trago y yo ya estoy envuelta en las cobijas a las 8:30 p.m. Me hubiera gustado verlo, como siempre. Hablar con él, como siempre. Pero no lo logré. Tenía sueño, quería descansar, quería no pensar.
Así que esta mañana mientras me ponía el manos libres y abría la puerta al mismo tiempo resulté marcándole por error y colgando cuando la llamada estaba entrando a buzón de voz, para después gritar un madrazo de proporciones bíblicas.
Al rato me llama diciéndome que no me pudo contestar y le respondo que fue un error, que en realidad no lo estaba llamando. Me dice que me llamó a decirme que le había gustado que lo llamara, y claro, me río de él y de mí y de la situación tan ridícula pero a las tres horas tengo la cabeza vuelta un ocho y sigo pensando que me gustaría verlo y hablar con él un rato y tomarnos un par de tragos.
Del otro personaje ni hablar. Todo se va para la mierda rápido y fácil porque, es sencillo, si no me gusta, si no hay química y si no me divierto en su cama prefiero dejarlo pasar. Otro llegará, así como llegó este, así como han llegado todos.
Estoy confundida. Sé qué es lo que debo hacer pero no quiero. Sé que no debería hacer cosas en las que pienso pero igual las voy a hacer. Sé que debería dejar pasar lo que ha pasado las últimas semanas pero sé que, a menos que él tome la iniciativa de acabar todo, me voy a quedar ahí parada pasando tiempo con él de puro desparche. Sé que si me invita a un trago le voy a decir que sí. Mejor, sé que en menos de lo que canta un gallo voy a mandarle cualquier mensaje o mail o lo que sea diciéndole que lo quiero ver porque soy una estúpida y voy a meterme en donde no debo.
En un tiempo, lo sé, me voy a estar dando latigazos y preguntándome por qué me pasan estas cosas. Lo sé. Por boba, lo sé.

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